Tiempo de vivir
- ¡No’mbre! ¡Ni nos habíamos dado cuenta! – Exclama el único
lector que me queda…
Como iba diciendo... pasaron algunos meses sin que me diera
cuenta del paso del tiempo. Quizá sea
buena señal pues no tuve la necesidad de estar pendiente del mundo o
particularmente de nadie.
Aunque siento que me ha hecho falta viajar. Tengo una mochila lista para cuando me den
ganas de irme a... Una soledad necesaria
para poder ver, aunque sea un bosquejo por dónde va mi vida. Un silencio reparador de tanto
aturdimiento. Un tiempo de movimientos
suaves, lentos, serenos y llenos de vida.
- Y regresas más
nostálgico… ¿Y los chistes? – regresa un segundo lector…
Tengo una ilusión, tan mía, que tiene que ver con quién soy…
que desempolva miedos y prejuicios y los convierte en ganas de vivir. Sólo es un deseo personal, sin más aspiración
que abrazar el viento y dejarlo ir.
¿Por qué razón vivimos tan distraídos de nosotros
mismos? ¿Por qué nos escuchamos tan
poco? ¿Por qué vamos viviendo por
costumbre, sin revisar qué cosas nos ponen en movimiento creativo y vital, qué
cosas nos hacen ir por la vida con alegría, con esperanza?
Entiendo que hay rutinas necesarias. No todo lo que hacemos diario nos apasiona,
pero no es posible que no registremos siquiera qué es eso que nos hace
levantarnos por la mañana con más fuerza.
Y me refiero al tipo de fuerza desafiante, que nos da ganas de querer
estar con nosotros mismos.
Hay momentos necesarios para vaciarse de todo, de
todos. Y revisar el camino, cada paso, y
sobre todo los sueños. Y entonces sí,
volver a llenarnos solo de aquello que estamos dispuestos a amar.
Si es tiempo de despojarse, si es tiempo de abandonar, si es
tiempo de parecer perdidos… pues que sea.