Sueño de una noche de verano

viernes, septiembre 25, 2015

Tiempo de vivir

Hace tanto que no escribo

- ¡No’mbre! ¡Ni nos habíamos dado cuenta! – Exclama el único lector que me queda…

Como iba diciendo... pasaron algunos meses sin que me diera cuenta del paso del tiempo.  Quizá sea buena señal pues no tuve la necesidad de estar pendiente del mundo o particularmente de nadie.

Aunque siento que me ha hecho falta viajar.  Tengo una mochila lista para cuando me den ganas de irme a...  Una soledad necesaria para poder ver, aunque sea un bosquejo por dónde va mi vida.  Un silencio reparador de tanto aturdimiento.  Un tiempo de movimientos suaves, lentos, serenos y llenos de vida.

-  Y regresas más nostálgico… ¿Y los chistes? – regresa un segundo lector…

Tengo una ilusión, tan mía, que tiene que ver con quién soy… que desempolva miedos y prejuicios y los convierte en ganas de vivir.  Sólo es un deseo personal, sin más aspiración que abrazar el viento y dejarlo ir.

¿Por qué razón vivimos tan distraídos de nosotros mismos?  ¿Por qué nos escuchamos tan poco?  ¿Por qué vamos viviendo por costumbre, sin revisar qué cosas nos ponen en movimiento creativo y vital, qué cosas nos hacen ir por la vida con alegría, con esperanza?

Entiendo que hay rutinas necesarias.  No todo lo que hacemos diario nos apasiona, pero no es posible que no registremos siquiera qué es eso que nos hace levantarnos por la mañana con más fuerza.  Y me refiero al tipo de fuerza desafiante, que nos da ganas de querer estar con nosotros mismos.

Hay momentos necesarios para vaciarse de todo, de todos.  Y revisar el camino, cada paso, y sobre todo los sueños.  Y entonces sí, volver a llenarnos solo de aquello que estamos dispuestos a amar.

Si es tiempo de despojarse, si es tiempo de abandonar, si es tiempo de parecer perdidos… pues que sea.

Pero también convertirlos en tiempo de vivir.